Hola Silvia,
Antes que nada, gracias por estar ahí y por compartir con tod@s tu lucidez ante las situaciones sentimentales que vivimos.
Hace ya casi 2 años, empecé a conocer a un compañero del trabajo. Lo nuestro empezó como en muchas ocasiones, como algo químico, con mucha atracción mutua. Seguimos quedando un par de veces.
Yo tenía muchas dudas, ya que él está divorciado y tiene dos hijos pequeños. A eso le sumaba la diferencia de edad, yo 32 y él 46. Era un perfil nuevo de chico por lo que te comento y reconozco que tenía mis prejuicios. No solo eso, siempre había tenido claro que si algún día era madre, sería el primer hijo para ambos.
A pesar de las dudas, la relación continuó hasta que cada vez me fui enamorando más de él y las dudas dejaron estar tan presentes, aunque seguían ahí. La relación era muy bonita, pero también difícil para mí, al estar juntos a semanas alternas por la custodia de los niños.
No nos quisimos precipitar en que ellos me conocieran, pero coincidí con ellos un par de veces de manera muy natural.
Durante el confinamento, él empezó a distanciarse. No pasamos el aislamiento juntos.
Antes de percibir su enfriamiento, el confinamiento me ayudó a reflexionar y ser consciente una vez más, que yo quería y anhelaba a alguien 100% para mí, con mayor disponibilidad, quiero decir.
Sin embargo, al darme cuenta de que lo podía perder, volví a cambiar el chip y estuve muy pendiente y triste por la evolución de la relación.
Hasta entonces, la única que había tenido dudas había sido yo y no él. Siempre fui sincera y transparente con él respecto a mis dudas, pero él siempre había estado seguro y luchado por lo nuestro.Tras el confinamiento, nos vimos y no estábamos mal, pero algo había cambiado.
Seguimos viéndonos, pero yo sufría, ya que él me reconoció que necesitaba su espacio y que ya no le apetecía pasar tanto tiempo conmigo. Tan solo acababa habiendo sexo entre nosotros, pero a él no le nacía nada más allá. Le di su espacio siempre y traté de llevar la situación maduramente.Al principio del verano, ante el sufrimiento que me producían nuestros encuentros cada vez más fríos, y por mi salud mental y autoestima, decidimos dejarlo y darnos ese tiempo sin nada de contacto. Sin embargo, él no pudo cumplir con lo acordado y pronto me empezó a contactar. A mí me estaba viniendo bien ese tiempo, pero al reaparecer él consiguió “marearme».
A día de hoy llevamos una relación cordial, con mucho cariño, y hemos vuelto a tener relaciones sexuales. Ya no me afecta como antes, aunque soy consciente de que algún día baja de ánimos podría acabar pasándolo mal…
Ahora estoy abriéndome de nuevo a conocer chicos, aunque me apetece también estar sola de momento. No obstante, no siento haber pasado página todavía, y sigo pensando en él.
¿Qué me hace no dar el paso y seguir con mi vida? ¿Por qué me cuesta tanto olvidarme de él? ¿Qué puedo hacer para retomar las riendas de mi vida? En parte, siento que estoy en ello, pero veo que todavía me falta avanzar…
Muchas gracias.
Un abrazo.
Jimena
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