Hola, Silvia: gracias por lo que haces, ¡me has abierto los ojos! Yo sabía que tenía un problema de autoestima con mi físico y pensaba que era solo por mi primer novio, con quien estuve 3 años.
Era mayor, músico y muy guapo. Todas estaban por él pero me “eligió” a mí. Eso me hizo quedarme en una relación que me aisló y me reventó.
Me decía que nadie me iba a querer, que era tonta, etc. Hacía la ley del hielo, me gritaba, me llegó a dejar tirada en la carretera. Me engañó muchas veces, y acallaba mis sospechas con frases como: “eres una histérica” o “si piensas eso, el que no quiere estar contigo soy yo”.
Al final, me engañó con una amiga mía y les pillé mensajes. Cuando ya no pudo mentir más, dijo que lo había hecho porque estaba enamorado de mí como persona, pero no físicamente.
Muchos de mis amigos lo supieron durante meses. La situación me destrozó, pero lo peor fue sentirme tan tonta. Le he tenido y me he tenido tanto odio por eso…
Gracias a ti ahora sé que mi inseguridad viene de antes. Mis padres eran súper delgados y deportistas y eso me hacía sentir el patito feo de la familia. Mi padre me decía: “no comas tanto que estás gordita y a los hombres no les gusta”.
Tras mi primera relación, el resto han sido malas; con tíos que no me acababan de gustar y con los que no era del todo yo.
Si alguien me gusta, pienso que yo no le puedo gustar, y si resulta que sí, creo que es solo para un polvo y que es un golfo. Me comporto de forma agresiva con los que me gustan de verdad y voy de dura.
Estoy cansada de tener tanto miedo a mostrarme y de encadenar solo polvos o relaciones con chicos que no me acaban de llenar. Odio mirarme al espejo. Si engordo un poco, me deprimo: no salgo, me visto ancha y me siento fatal.
Ahora estoy en barbecho, practicando el ejercicio del perdón y otros de autoestima. Pero me siento atascada, ¿tienes algún consejo para salir de este constructo mental en el que todo mi valor se reduce a mi cuerpo? ¡Muchísimas gracias! Ha sido liberador encontrarte.
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¡Hasta la próxima!
M. A. dice
Me he sentido identificada con varios puntos de este episodio. Mis padres me machacaron mucho con el peso, probablemente con su mejor intención. Mi madre me ha dicho frases como «con lo guapa que eres, si estuvieras más delgada…». Yo hacía como que no me afectaba, pero sí que dejaba huella. Nunca he sido obesa, pero digamos que mis curvas no eran normativas y yo no sentía que pudiera ser la chica en que se fijaran. Hasta que comprobé que sí que podía ser esa chica y empecé a empoderarme. Hoy, con casi cuarenta años, me estoy poniendo tops que con 16 no me hubiera puesto. Y me siento mucho mejor conmigo misma que antes. Eso sí: evito ponérmelos delante de mis padres porque hay miradas que matan. El siguiente paso: que me la suden esas miradas (ya me la sudan con los escotes, que nunca fueron bien vistos por mi madre pero yo me puse igual). Me está ayudando mucho el curso de 28 días para seguir trabajando en ello. ¡Mil gracias!